LA CONFESION

El Sacramento de la Confesión también se llama Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación. Usamos estos nombres para describir los diferentes aspectos de este sacramento porque no solo implica confesar nuestros pecados y recibir el perdón.
Se llama el Sacramento de la Penitencia para describir la restauración de nuestros corazones a través de la expresión de nuestro dolor y la cooperación en nuestra curación. La Penitencia tiene dos aspectos; interior y exterior.
1. Penitencia Interior “Es el movimiento de un 'corazón contrito' (Salmo 51:19) atraído por la gracia divina para responder al amor misericordioso de Dios. Esto implica pena y aborrecimiento de los pecados cometidos, un firme propósito de no volver a pecar en el futuro y confiar en la ayuda de Dios. Se nutre de la esperanza en la divina misericordia. -Compendio del Catecismo, 300.
2. Penitencia Exterior “Se puede expresar de muchas maneras, pero sobre todo en ayuno, oración y limosna. Estas y muchas otras formas de penitencia pueden practicarse en la vida diaria de un Cristiano, particularmente durante el tiempo de Cuaresma y el día penitencial del viernes. -Compendio del Catecismo, 301
Se deben de confesar todos los pecados mortales., no necesariamente los veniales
Pecado venial.- Es hacer un pecado pequeño, una falta leve contra la ley de Dios.
Pecado mortal.- Para que un pecado sea mortal, debe cumplir tres condiciones:
1) Que el pecado sea GRAVE, o sea, grande.
2) Que el pecador SEPA que eso que va a hacer ¨es pecado¨.
3) Que a pesar de saber que eso es pecado, decida hacerlo.
Algunos pecados muy graves. No puede perdonar el sacerdote, sino el obispo o un sacerdote encargado por el obispo como el aborto. Es uno que no lo perdona cualquier sacerdote.
UNCION DE LOS ENFERMOS

La Unción de los Enfermos es una preparación para el paso de esta vida a la gloria eterna y son muchos los efectos y gracias que confiere al enfermo
Asimismo, al recibir la unción bien dispuesto y en gracia, si es la voluntad de Dios, puede obtenerse, incluso, la curación o la salud que necesita el enfermo.
Este sacramento sólo puede ser administrado por el obispo o el sacerdote, quien ungirá con aceite consagrado en la frente y en las palmas de las manos, pronunciando a su vez las palabras: “Por esta santa unción, y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad” (Sacram Unctionem Infirmorum; cf CIC, can. 847, §1).
También pueden recibirlo aquellos que sean conscientes y que, por voluntad propia, consideren necesario recibirlo en caso de grave enfermedad. De tal modo que, si un fiel está en peligro de muerte, está sufriendo una grave enfermedad, pasa por avanzad edad o recibirá una operación delicada, puede solicitar que se le administre dicho sacramento.
No hay un límite de veces para poder recibir este sacramento, sino que puede recibirse las veces que sean necesarias, siempre y cuando se encuentre en peligro de muerte, pase por momentos de debilidad en la salud, o bien, las personas con edad avanzada.
Además, es importante decir que este sacramento, como todo otro sacramento, es de vivos; es decir, que debe recibirse en estado de gracia.
Si un enfermo de gravedad falleció sin recibir este sacramento, la Iglesia recomienda, aun así, administrarlo durante las primeras horas en que ha fallecido. Así lo establece el Código de Derecho Canónico: “En la duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad grave o ha fallecido ya, adminístresele este sacramento” (1005 CIC).
Es importante que, como creyentes en Cristo, procuremos prepararnos para el momento de nuestra muerte, ya que no sabemos cuándo llegará. Por lo tanto, es recomendable que con frecuencia acudamos a los sacramentos que alimentan y fortalecen nuestro espíritu como son la comunión y la penitencia.
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